Tips para diseñar un packaging sostenible

1. Diseñar para reciclar

Reciclar más es, por supuesto, un gran avance. La cuestión es cómo hacer posible un efecto positivo neto sobre el medio ambiente y la economía. Para poder ser reciclados, los envases postconsumo tienen que cumplir una larga lista de requisitos (por ejemplo, separabilidad, limpieza, etiquetado y coloración). Los fabricantes que intentan cumplir esos requisitos pueden tener que utilizar más material y energía cuando producen el envase de lo que han hecho hasta ahora.

 

Además, el hecho de que un producto de envasado esté diseñado hoy para el reciclado no significa automáticamente que vaya a ser reciclado. E incluso si se recicla, es posible que la huella medioambiental no mejore. Actualmente, la mayoría de las tecnologías de reciclado requieren mucha energía y la calidad del material recuperado es inferior a la del material virgen. Por lo tanto, el envase diseñado suele tener un impacto neto sobre el medio ambiente inferior al deseable. Y esto sin incluir los efectos de tener menos materia prima de la que las incineradoras puedan recuperar energía.

 

Diseñar para reciclar es, sin duda, imprescindible para garantizar el futuro de nuestra empresa, de nuestra economía y de la propia humanidad. Pero primero tenemos que asegurarnos de que reciclabilidad equivale a reciclado, preferiblemente en un sistema de circuito cerrado.

 

2. Diseñar para la reutilización

La reutilización es más difícil de imaginar que el reciclaje, dada nuestra mentalidad actual. Requiere que nos alejemos de la forma en que manipulamos actualmente los envases: abrirlos y tirarlos o reciclarlos. También puede requerir materiales de envasado más resistentes que tengan que soportar el lavado y la esterilización. También necesita una infraestructura bien construida para recoger, lavar, esterilizar, rellenar y devolver los envases a los consumidores. Es el método del lechero renovado.

 

Ha habido varios intentos a pequeña escala en el pasado. Desde el Foro Económico Mundial de enero de 2019, la iniciativa Loop ha sido noticia con todas las grandes marcas de los sectores de la cosmética y el cuidado personal y de la alimentación y el comercio minorista. Loop es atractivo para estas industrias porque proyecta mejoras, no solo en el solitario mundo de la circularidad, sino también en el espectro más amplio de la Evaluación del Ciclo de Vida.

 

Aunque prevemos que estas proyecciones se harán realidad, también nos sentimos obligados a informar de los riesgos. Al igual que ocurre con el reciclaje, el riesgo para la reutilización es mayor si los materiales más pesados y voluminosos diseñados para la reutilización tienen un impacto medioambiental peor del que su reutilización compensa. En otras palabras, nunca debemos examinar los impactos de los envases de forma aislada, sino de forma global, con un enfoque de pensamiento sistémico.

 

Un reciente estudio de cribado puso de relieve que la versión actual de una bolsa reutilizable de tereftalato de polietileno (PET) tiene un impacto mucho mayor que su alternativa de un solo uso. Tanto, que sería necesario utilizar la bolsa reutilizable al menos 50 veces para que fuera más sostenible. Por tanto, los fabricantes deben asegurarse de que la reutilización sea realista en el entorno real del cliente y de que ese comportamiento compense realmente cualquier impacto añadido en los cambios de diseño del material. Los fabricantes también deben calcular el impacto adicional del transporte, el lavado, la desinfección (posiblemente incluso el seguimiento) y el rellenado de esos envases reutilizables.

 

3. Sustituir los plásticos por bioplásticos

Otra tendencia en alza es el aumento del uso de bioplásticos para sustituir a los plásticos basados en combustibles fósiles. La gente tiende a equiparar los bioplásticos con biodegradables o compostables, pero no son necesariamente ni lo uno ni lo otro. Aunque los bioplásticos son sin duda sustitutos interesantes (idénticos en muchas de sus propiedades físicas y técnicas a sus homólogos basados en combustibles fósiles), su uso podría no hacer más que desplazar la carga medioambiental reduciendo la huella de carbono y aumentando al mismo tiempo la acidificación, la huella hídrica u otros impactos medioambientales. También hay que tener en cuenta que la introducción de bioplásticos sólo puede aliviar el problema del plástico, no resolverlo. Una bolsa de bioplástico ingerida puede seguir asfixiando a las ballenas y otros animales marinos.

 

4. Sustituir el plástico por papel

El papel se sugiere con más frecuencia como sustituto de los envases de plástico que los bioplásticos (por ejemplo, vasos y bolsas de papel). Sin embargo, los datos disponibles en la actualidad sugieren que los envases de papel generalmente requieren varias veces más masa para cumplir la misma función que su homólogo de plástico. En consecuencia, el impacto medioambiental global tiende a ser mayor en el caso del papel, excepto en su huella de carbono. Así que, de nuevo, se trata de un caso de desplazamiento de la carga: reducción de la huella de carbono, pero aumento de impactos como la acidificación y la eutrofización. Además, sustituir el plástico por papel podría plantearnos un grave problema de abastecimiento. Si sustituyéramos todos los plásticos por papel, tendríamos que talar más bosques o encontrar zonas de reforestación. Esto último sería un doble beneficio, por supuesto, pero ¿tenemos realmente el espacio? Los datos actuales sugieren que seguimos teniendo una pérdida neta de bosques en todo el mundo y que es más probable que perdamos posibles zonas de reforestación por otras necesidades acuciantes, como la expansión de ciudades y pueblos, la agricultura y la industria.

 

Además, las instalaciones de reciclaje de papel y cartón ya funcionan al máximo de su capacidad y tendrían que ampliar sus operaciones para acoger más residuos reciclables. Y por el momento, el papel reciclado no parece disminuir significativamente el impacto medioambiental total del papel, al menos no según los datos de que disponemos hoy en día.

 

5. Reducir y eliminar los envases

Reducir y, en última instancia, eliminar los envases de los productos, por ejemplo, de los alimentos a granel, es una forma lucrativa de minimizar los materiales en circulación y, en última instancia, el impacto ambiental de los envases. Sin embargo, como se demostró tan bellamente con el ya famoso ejemplo del pepino retractilado, no debemos excluir la finalidad del envase cuando evaluamos su impacto ambiental. Si el envase no cumple su objetivo principal de salvaguardar la calidad del producto, éste puede desperdiciarse, y el impacto ambiental de un producto desperdiciado es, en general, mucho mayor que el del material de envasado evitado.

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